El dolor que pueda llegar a sentir un corazón no esta basado
en como lo demuestre la persona.
Algunas personas mueren de dolor lentamente día con día
muchas veces sin darse cuenta… como el marchitar de una rosa, lentamente va
perdiendo su belleza y su sentido por la vida, hasta que se marchita
completamente y simplemente muere.
El dolor de un corazón puede llegar a ser tan grande que ya
no les basta con ser ellos los únicos con dolor y tratan de traspasarlo a otras
personas haciéndoles daño.
El dolor de un corazón muchas veces esta ahogado en un rio
de lamentos y en un mar de recuerdos.
El dolor de un corazón habeces llega de un momento a otro,
de un día a otro, de una hora a otra, puede llegar en cualquier momento y de
golpe, puede tomarnos de espaldas, puede pegarnos en donde más nos duele.
Y la pregunta siempre fue… ¿Qué he hecho mal? Tal vez todo…
tal vez nada…. Tal vez se trata de un karma o tal vez una cuenta pendiente.
Al final todos terminamos muertos por dentro, el corazón queda
marchito entre lamentos.
La vida deja de tener ese sentido, ese color.
Y que pasa cuando el dolor se acelera y llega antes de lo
que debería?
Esa pregunta deberíamos respondérnosla nosotros mismos, cada
quien canaliza el dolor de manera distinta, algunos acaban con su vida por el
dolor que esta provoca, mientras otras personas sieguen en pie… luchando,
aunque estén heridos, aunque tengan esa herida interna siguen adelante, a pesar
de todo ese dolor… con una sonrisa en el rostro y una lagrima atascada entre la
vida y la muerte espiritual.
Por que no solo se trata de vivir así como así… sabes que la
vida deja de tener sentido cuando solo vives por vivir, cuando puede que estés aquí
corporalmente, pero tu espíritu y tu alma han dejado de existir y los latidos
de el corazón marchito ya lo hacen sin algún sentido, sin sueños ni razones
para seguirlo haciendo… para seguir aquí.